22/07/2022  -  Innovación
Alejandro Pannunzio desafía los límites de la agronomía y ya produce arándanos dentro de 45 mil macetas diseñadas por él mismo
Por Matías Longoni, para Bichos de Campo.

La foto que ponemos a continuación fue tomada en el pequeño campo de arándanos de Alejandro Pannunzio, ubicado en Colonia Ayuí, muy cerca de la ciudad de Concordia, en algún momento del invierno de 2018: allí se ve a dos personas comenzar con una tarea novedosa en ese lugar y mucho más en el agro argentino, que era cargar con un sustrato especial unos recipientes o baldes de plástico negro. Detrás se ven los cultivos convencionales.

 

 

Tres años después volvimos al establecimiento Berries del Sol y vemos que lo que era apenas un ensayo se transformó en una siembra masiva de arándanos en macetas o contenedores. Pannunzio, que es uno de los especialistas en riego más importantes que tiene la Argentina (es docente además de la Facultad de Agronomía de la UBA), decidió en medio de la pandemia que este era un camino correcto: ir transformando buena parte de su plantación. Del suelo a los contenedores.

A la par, respecto de estos pocos años que pasaron desde la primera visita de Bichos de Campo al lugar, el agrónomo también decidió ”techar” por completo sus 25 hectáreas para que la transformación del predio no fuera interrumpida por una tormenta de granizo ni ninguna otra contingencia. Es un placer ingresar ahora en este campo de avanzada en materia de producción frutícola, que además tiene dentro una planta de empaque, para que los arándanos salgan desde aquí directamente hacia los mercados más exigentes del mundo:

Mirá la entrevista con Alejandro Pannunzio:

 

 

 

-¿Cómo fue que arrancaste con tu propio proyecto productivo?- le preguntamos a Pannunzio, que además últimamente despunta con la tarea gremial en el sector, como presidente de APAMA, la asociación de productores de arándanos de la Mesopotamia Argentina.

 

-En algún momento, después de asesorar mucho armando equipos de riego, básicamente para fruticultura, se me ocurrió que podía sacarme el gusto de hacer una plantación propia donde además de manejar el riego y la fertilización pudiera manejar un cultivo. Porque quienes trabajamos en riego siempre pensamos que el agua y la fertilización es un componente importante. Y yo quería demostrarlo, quería hacerlo en una pequeña escala, para poder abarcar todo el proceso productivo.

 

-Cuándo arrancaste, hace 15 años, supongo que tenías claro qué hacer con el sistema de riego, pero jamás pensaste en esto de las macetas. ¿Hiciste plantaciones tradicionales, a la tierra y punto?

 

-En principio lo que pasó fue que, a pesar de tener en ese momento muchísimos años de profesión trabajando en fruticultura, yo no tenía ni idea de lo que era ser productor. Ser ingeniero agrónomo es mucho más fácil, ser productor es mucho más difícil. Y bueno, después vi que en realidad para poder manejar la fruta había que hacer un empaque. Después dije que para mantener la calidad había que hacer la cadena de frío. O que para exportar a Estados Unidos había que hacer un tratamiento cuarentenario. Y así, fue un aprendizaje veloz en todos los terrenos, incluso en el comercial. Siempre pensé que la integración vertical tenía que llegar lo más cerca del consumidor. Con lo cual nos pusimos a buscar los clientes en el mundo. Así exportamos a países bastante lejanos como Islandia, Lituania, Noruega. Fuimos el primer exportador a China. Exportamos a Israel. Siempre me gustó mucho lo de llegar a destinos así, lejanos y difíciles. A Suecia somos el primer exportador. O a Rusia. Obviamente mandamos también a Europa y Estados Unidos y Canadá también.

Las plantaciones originales de Berries del Sol provenían sobre todo de la Universidad de la Florida, la principal usina proveedora de genética del cultivo a nivel global. Eran variedades que sobre todo apuntaban a distintos momentos de cosecha, como para estirar las posibilidades de contar con fruta durante varios meses y aprovechar la posibilidad de ofrecer arándanos primicia desde la Argentina.

Uno de los principales problemas que debió enfrentar Pannunzio en su rol de productor fue el elevado régimen de lluvias de la zona elegida, que supera con holgura los 1.000 milímetros anuales y a veces duplica esa oferta de lluvias. La cantidad de agua caída sobre las plantas puede crecer todavía más los días de mucho frío, porque se utilizan equipos de riego por aspersión para combatir las heladas.

“Entonces a los milímetros de lluvia le agregamos más agua. En promedio podemos tener para una variedad temprana 30 eventos de heladas, que pueden durar cinco, seis y hasta diez horas. Los equipos largan 3 milímetros por hora. Entonces si tenés un evento de diez horas son 30 milímetros. Multiplicado por 30 eventos, tenés 900 milímetros más”, calcula Pannunzio, que es un obsesivo y un estudioso de todos los detalles.

En una zona con una calidad de agua excelente, con los mejores equipos de riego disponibles y el mejor profesional a cargo, con suelos arenosos que ofrecen un muy buen drenaje, entonces el problema que comenzó a percibir este agrónomo era cómo manejar los excedentes de agua. Eso fue lo que lo llevó, en 2018, a probar con las primeras macetas.

 -Cuando vinimos hace unos años era la gran novedad y recién estaban empezando a llenar algunos primeros bolsones. Ahora vemos que han llevado a cabo un proceso vertiginoso.

 -Sí, ahora tenemos más o menos 45.000 plantas dentro de contenedores. Esa es la denominación técnica. Los contenedores pueden ser bolsas de polietileno, pueden ser macetas. El objetivo de haber hecho esto, el principal objetivo, es lograr el mejor medio para las raíces de las plantas puedan desarrollarse.

 -¿Estabilizar el suelo, el medio?

 -Claro, estabilizar el medio. Después se generó el otro problema que es elegir cuál será el mejor medio. La verdad es que de lo que pensábamos originalmente no anduvo (imaginó primero utilizar cáscara de arroz, que es abundante en la zona). Nosotros pensábamos luego que alguna corteza molida iba a funcionar bien, con lo cual pagábamos todo el molido de esa corteza y demás. Pero generó algunos efectos que no nos gustaban. Entonces fuimos cambiando proporciones de arena, de corteza, el tamaño de contenedores. Empezamos con unos de 35 litros (que es la medida convencional en el mundo).

Nada parece ser sencillo y lineal bajo la mirada de este profesor de riego de la FAUBA, que cuestionó desde el vamos el tamaño de las macetas. “Yo, desde mi formación de agrónomo, pensaba que se iba a necesitar mayor lugar, donde las raíces pudieran tener más confort. Y entonces, más allá de que el mayor volumen atentaba contra el costo, me pareció que iba a servir una maceta de mayor tamaño para que las plantas quedaran más estabilizadas, porque las plantas se ponen altas, se cargan de fruta, se pueden volcar las plantas”.


Pannunzio analizó todos los detalles, desde el tamaño que llegaban a alcanzar las raíces de las mejores plantas a campo hasta la velocidad de los vientos, y finalmente decidió mandar a fabricar sus propios contenedores de 70 litros de capacidad, el doble que la de los convencionales. Según su propia experiencia, “este sería un tamaño adecuado”, dijo. De todos modos, ya está revisando su propia experiencia, porque en un congreso reciente en Canadá alguien habló de contenedores de hasta 100 litros.

En este caso de Concordia, el diseño de las macetas incluyó establecer el lugar exacto donde los recipientes debían estar perforados, pera evitar la acumulación de agua. Los agujeritos se los hizo al costado y o debajo, como suele suceder.

 -Volvemos al principio de la historia. ¿Vos finalmente estás tratando de controlar los excesos de agua?

 -Normalmente el que riega tiene que pensar así. Un sistema de riego nace como si fuera un brazo que va terminando en los dedos. Pero ese sistema debe incluir un drenaje. O sea, ir recogiendo los excesos y sacarlos del campo, en este caso sacarlo de la zona radicular. Por eso los agujeros abajo de la maceta no sirven, porque yo voy a apoyar las macetas sobre un plástico, porque no quiero que haya malezas, y entonces no va a salir del agua. Había que favorecer el drenaje. Y eso implicaba un determinado tamaño y posición de los orificios.

Con la adopción de las macetas el especialista también se vio forzado a modificar el sistema de riego original de sus plantaciones, que antes se basaba en dos mangueras para riego por goteo (una de cada lado de las plantas) y que ahora es solo una, pero con dos válvulas de salidas mediante goteros que se clavan directamente en el sustrato, a pocos centímetros de cada planta, uno de cada lado. Todos esos goteros ofrecen simultáneamente el mismo caudal, más allá de la distancia a la que estén de la bomba de riego. Es lo que se llama “riego por pulsos”.

Una de las razones para forzar ese cambio fue que en la plantación de macetas, Pannunzio pudo incrementar notablemente la densidad de plantas por hectárea, con lo cual los agujeros de las mangueras originales no coincidían con las macetas.

“Como a nosotros nos cuesta mucho cada metro cuadrado techado y cada metro cuadrado de riego por aspersión para controlar heladas, la idea es tener la mayor cantidad de plantas en la línea, pero a la vez hay que dejar un pasillo ancho para que la máquina pueda pasar. Por un lado querés más y por otro querés menos. Pero está claro que uno apunta a tener debajo de toda esta estructura la mayor densidad que pueda”, explicó Alejandro.

La distancia entre contenedores, de todos modos, no siempre es la misma, porque cada variedad de arándanos tiene un crecimiento diferente.

 -¿Y la malla antigranizo? Cuando vinimos en 2018 solo estaba en algunas zonas del campo. Ahora lo veo todo cubierto. ¿Qué pasó? ¿Esta mudanza hacia las macetas te obligó a techar el campo?

 -En realidad lo de techar deviene de lo siguiente: Por un lado, cuando uno empieza a poner esta mayor tecnología con las macetas y el sistema de riego tiene otro costo también. Es lo mismo que pasar de un tomate que se hace a campo versus un tomate en invernadero. Por el resultado que hay que mostrar tiene que salir todo bien. Cuando uno miraba la estadística climática, datos de la Fuerza Aérea Argentina de hace 100 años, sabe que graniza siempre con mayor o menor frecuencia. Y una tormenta puede dañar no solo las plantas sino también las macetas. Entonces estaríamos ante un daño muy importante.

 Pannunzio apunta que, además, hay una cosa adicional: “Lo que quieren nuestros clientes no son excusas, quieren fruta semana por semana. Si no tenemos protección contra el granizo pasamos de ser proveedores con muchos problemas y la gente quiere certidumbre. Entonces es bueno tener una malla”.

En Berries del Sol más de la mitad de la superficie ya funciona con este sistema de macetas, que va ganando terreno a medida de que hay que renovar las plantas o cambiar de variedades de arándanos, para ir siguiendo las exigencias de los diversos mercados. Pannunzio, de todos modos, no piensa en cambiar todo por el nuevo sistema de contenedores, ya que hay zonas del campo excepcionales, donde las plantas rinden mucho mejor que en una maceta.

 “Lo que yo miraba eran los lotes en los que el potencial del suelo no era el mejor. Entonces, reconvierto solo en la parte del campo donde yo ya veo que el suelo es una limitante que implica dos cosas. No solamente implica un techo productivo menor, sino que para lograr ese techo productivo menor tenés que hacer una inversión mayor”, explicó el agrónomo.


 -¿Entonces tu aspiración no es progresar hasta el 100%?

 -No, no es necesario. Lo necesario sería interpretar cada lugar del campo, lo que necesita. Y hay lugares del campo donde yo creo que hay suelos que hay que acompañarlos, por ahí aprendiendo algunas técnicas de manejo que por ahí hasta ahora no las hicimos del todo bien, manejar un poco más los sustratos que se le agregan. También queremos ir renovando los camellones. Hay que buscar, hay que mirar más la dinámica de la cosa.

 -Y como productor con experiencia en arándanos desde hace 15 años, con experiencia en macetas desde hace tres o cuatro años, ¿este nuevo sistema que estás incorporando de qué sirvió?

 -Para mucho. Pero para lo que sirvió en principio fue para para seguir aprendiendo de agronomía.


FUENTE: Bichos de Campo

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